Estadísticamente tiene que existir un mundo que reúna condiciones similares a las que se desarrollan en la Tierra. El universo es vasto y la NASA lo sabe. Pero el territorio es lo suficientemente amplio como para que nos lleve toda una vida (o quizás dos) encontrar alguno.
De igual forma eso no hace que se deje de intentar. La NASA, a través del Telescopio Espacial James Webb, y otras agencias espaciales en el mundo, miran hacia la inmensidad en la búsqueda que confirme que no somos un afortunado accidente.
Uno de los apuntados es una región a la que llaman “Sistema Solar 2.0″. Tiene de apodo nuestro mismo nombre, debido a que su composición es similar a la nuestra, con algunas diferencias que vamos a señalar.
Lo cierto es que se trata de siete mundos, al parecer todos rocosos, orbitando una estrella masiva que no es similar a nuestro Sol.
Por ahora no hay hallazgo de vida en esta región estelar. Sin embargo, apenas se apuntaron los lentes hacia este lugar, para buscar elementos que nos haga conocer más detalles sobre su formación.
Dancing planets? TRAPPIST-1 science? Playing this on repeat all week. Volume UP! And, we mean you! Turn up *your* volume and sing along👨🎤 pic.twitter.com/g2DVaAFGha
— NASA Exoplanets (@NASAExoplanets) December 21, 2022
El “Sistema Solar 2.0″ que miran con el James Webb
De acuerdo con lo que reseña el portal Bio Bio, el astro rey que manda en este sistema planetario es una enana ultrafría; se denomina con este término a las estrellas que tienen menos masa en comparación a nuestro Sol y con menor temperatura.
Estas características hacen que solo pueda albergar planetas que van en tamaños desde Mercurio hasta la Tierra como máximo. Muy diferente a lo que ocurre a nuestro Sistema Solar en el que tenemos a dos gigantes gaseosos.
La estrella en cuestión está a unos 39.13 años luz de distancia de la Tierra y se sabe que hay siete rocosos orbitándola.
Los científicos de la NASA aplicarán el instrumento NIRSpec del James Webb para observar las firmas de moléculas como el metano, dióxido de carbono u oxígeno. De encontrarse algo de esto, estaríamos en presencia de posible vida en otro planeta.
Este sistema planetario se llama TRAPPIST-1 y el foco intenta visualizar específicamente la atmósfera del WASP-39b, un planeta similar a la Tierra en tamaño y a una distancia sobre lo que los científicos denominan “habitable”.
Todavía no hay nada concreto. Los científicos dicen que “harán falta múltiples observaciones con el James Webb para acumular las señales que necesitamos, y con la longevidad del telescopio podremos seguir revisitando y aprendiendo más”.